Comunicación igualitaria

El lenguaje, la comunicación social, la información periodística, la publicidad, los juegos y, en general, el conjunto del acervo cultural (expresiones artísticas, canciones...) conservan rasgos sexistas que exponen una desigualdad en la concepción social de ambos sexos y en las atribuciones y manifestaciones de los roles y estereotipos de género.

El sexismo en el lenguaje puede adoptar diversas formas, todas ellas partes de un mismo modelo androcéntrico, como la invisibilización por omisión, la atribución de conceptos a uno u otro sexo o la definición desigual, asimétrica o subsidiaria. Son variados los recursos que utiliza la lengua para diferenciar, establecer supremacías o jerarquías de género (también de raza, creencias...) con el fin de segregar, definir, fijar y transmitir una determinada forma de interpretar el mundo. Por ejemplo, para el diccionario de la lengua española, no es lo mismo hombre público que mujer pública, cortesano y cortesana, buscón y buscona, gobernante y gobernanta, sargento y sargenta, compadre y comadre, varón y mujer.

Los medios de comunicación social, como agentes socializadores y de transmisión de ideas y valores y con una gran influencia en la sociedad, siguen mostrando en sus informaciones elementos sexistas que pueden normalizar y naturalizar las desigualdades entre mujeres y hombres.

Los mensajes publicitarios se caracterizan, entre otras cosas, por presentar modelos, iconos y arquetipos que ejercen una poderosa influencia sobre los comportamientos sociales, suscitan empatía y generan la tendencia a la imitación y a la identificación. Tanto para el rol masculino como para el femenino, la publicidad transmite estereotipos de género tradicionales. Aunque las estéticas vayan cambiando a lo largo de los años el modelo implícito predominante es el mismo: hombre productor, autónomo, fuerte, poderoso, deportista, sujeto sexual, con tiempo y espacios propios, que se desenvuelve en el ámbito público, con autoridad y reconocimiento social, experto, héroe; versus mujer joven, bella por imperativo social, reproductora y cuidadora, objeto sexual o seductora del hombre, sin tiempo y espacio propios, sin autoridad y reconocimiento social, necesitada del asesoramiento y la aceptación del hombre.

Las diversas formas de comunicación social, los juegos, los videojuegos, las series televisivas, las revistas y, en general, muchas expresiones culturales transmiten roles y estereotipos de género y discriminatorios hacia las mujeres.

 

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