Salud con perspectiva de género

Introducir la perspectiva de género en el análisis de la salud supone reconocer la existencia de diferencias en el estado de salud de mujeres y hombres que tienen que ver con causas biológicas y, en gran medida, con factores construidos socialmente. Según diversos estudios especializados, las conductas dominantes, competitivas y excluyentes de lo emocional, tradicionalmente masculinas, tienen efectos negativos sobre su salud (generalmente, los hombres no reconocen su malestar físico, acuden tarde a los servicios sanitarios, desarrollan en mayor medida conductas de riesgo...). Asimismo, en las mujeres, su subordinación social y el desempeño de múltiples funciones simultáneas, tales como el rol de cuidadora y trabajadora dentro y fuera del hogar, también afectan negativamente a su salud (suelen padecer problemas osteoarticulares, depresiones, somatizaciones, violencia de género...), incrementando su morbilidad frente a muchos tipos de enfermedades y malestares generales.

Se constata que existen diferentes modos de enfermar y de respuesta terapéutica de mujeres y hombres, sin embargo, existe un déficit de investigación médica con mujeres. Por otra parte, ellas tienen mayor esperanza de vida que los hombres, pero su vida más larga se desarrolla con peor salud y, si a ello se suma la precariedad económica debido a la escasa cuantía de sus pensiones (viudedad, no contributivas…), se da un empeoramiento objetivo de las condiciones de vida de las mujeres mayores. En general, la percepción del estado de salud y de la atención sanitaria  recibida es peor en las mujeres que en los hombres. Cuando los factores sociales se convierten en condicionantes negativos sobre la salud, las diferencias se convierten en desigualdades.

La intervención eficaz en la salud de la población deberá atender al conjunto de factores biológicos, psicológicos y subjetivos, sociales, culturales, demográficos, laborales, políticos y económicos. Hay que tener en cuenta que velar por la salud implica no sólo la atención de las enfermedades sino, sobre todo, la prevención y el cuidado integral de las personas, así como la promoción de la asunción por parte de hombres y mujeres de la responsabilidad sobre su propia salud. Este planteamiento significa un esfuerzo de análisis, de organización y de formación del personal del sistema sanitario para situar a las personas en el centro de las intervenciones, trabajar aplicando el modelo biopsicosocial y el enfoque de género y contribuir a disminuir las inequidades y a mejorar la eficacia de los recursos.

 

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