Los juegos motores y deportes tradicionales de Canarias son parte del patrimonio cultural de nuestro archipiélago. En ellos podemos encontrar los valores que nos representan como comunidad. La transmisión de estos valores entre generaciones es imprescindible para conservar nuestra cultura. Por ello desde las instituciones públicas se debe velar por conservación, a través de la investigación, el fomento de su práctica, la promoción y su divulgación (Hernández Moreno, Castro y Navarro, 2003; Hernández Moreno et al. 2007).
El juego motor se define como una situación motriz, con cierto grado de incertidumbre, generalmente de carácter lúdico que se rige por ciertos acuerdos o reglas. Por otro lado, el deporte se entiende como una situación motriz de competición reglada e institucionalizada, por lo general de carácter lúdico (Hernández Moreno, 1994; Hernández Moreno et al. 2007).
Esta diferenciación es importante, dado que los juegos motores presentan un perfil lúdico con fin en sí mismo, esto les confiere una personalidad propia y unas posibilidades educativas, sociales y de salud física y mental importantes.
Mientras que, por el contrario, el deporte requiere de una situación motriz, una institucionalización, un reglamento que no se puede modificar y una competición. El deporte debe ser entendido como un fenómeno social de competición, donde se establecen las características perfectamente definidas de los entornos donde deben desarrollarse estas acciones, así como las interacciones de los participantes en un tiempo y espacio predefinido. Por lo que el deporte genera otras manifestaciones educativas, sociales y de salud física y mental diferentes a las de los juegos motores propiamente dichos.
Los juegos motores y deportes tradicionales de Canarias presentan un valor patrimonial con características propias y señas de nuestra identidad. La UNESCO define el patrimonio inmaterial como las prácticas, representaciones y expresiones, conocimientos y las técnicas que procuran a las comunidades, los grupos e individuos un sentimiento de identidad y continuidad. Por este motivo, el juego se incluye en las prácticas sociales, rituales y festivas. Dado que estas prácticas no existen de otra manera (Hernández Moreno et al. 2007).