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El proyecto Estrategia para la Memoria Histórica de las Disidencias Sexuales y de Género en Canarias (en adelante, el Proyecto) se plantea con una metodología cualitativa propia de las Ciencias Sociales, que utiliza en gran medida los parámetros establecidos por el método biográfico-narrativo para contribuir a la reconstrucción de la memoria colectiva de las personas disidentes sexogenéricas que vivieron parte o la totalidad de su experiencia vital durante el periodo comprendido entre 1939 y 1995.
Por un lado, este armazón metodológico se asienta en las disposiciones establecidas por diferentes teóricos de la memoria sobre la conformación de las estructuras sociales vehiculadas a partir de la vivencia de experiencias comunes. Así, Henri Bergson planteó, en 1896, en su manual Materia y memoria (Matière et mémoire), que la rememoración de una vivencia es un proceso desde el presente hacia el pasado (1963, 421), de lo que se colige que el recuerdo actualizado es una percepción del tiempo pasado experimentado (422). Asimismo, Maurice Halbwachs, en Los marcos sociales de la memoria (Les cadres sociaux de la mémoire, 1925), profundizó en la idea de que la «reconstitución del pasado no puede jamás ser sino una aproximación» (2004, 112), puesto que las experiencias del pasado –vividas bajo una serie de marcos espaciales, temporales y sociales– sufren una deformación en su rememoración, ya que inevitablemente se ven proyectadas en el «medio social presente» (133) desde el que son evocadas. Fue precisamente Halbwachs quien apuntó el concepto de los marcos sociales de la memoria, abriendo un interesante campo de estudio. Para este autor la memoria colectiva se crea, de forma específica, en el seno de grupos, más o menos numerosos, ligados por una relación familiar, religiosa o de pertenencia a la misma clase social. En estos círculos sociales operan, como marcos generales, el espacio, el tiempo y el lenguaje, para formalizar un sistema global que permite la rememoración individual y colectiva. La consideración de la dimensión espacial, como marco que opera en la constitución de la memoria, resultó muy innovadora y fue defendida por este autor en la medida en que la estabilidad del espacio proporciona la sensación de que es inmutable con el paso del tiempo, sin perder su integridad (Halbwachs: 1968, 166-167). El concepto de memoria colectiva de Halbwachs quedó finalmente completado en su obra póstuma La mémoire collective, publicada en 1950, y que, según M.A. Aguilar, podemos entender como «el proceso social de reconstrucción del pasado vivido y experimentado por un determinado grupo, comunidad o sociedad» (1991, 2). En sus páginas, Halbwachs afirma que el grado de pertenencia de un individuo a un grupo depende de la identificación entre sus recuerdos propios vividos y los recuerdos compartidos con el colectivo. De esta manera, los recuerdos que forman las diferentes memorias individuales se agrupan en la memoria colectiva, pero solo aquellos que «conciernen a la mayor parte de sus miembros» (Halbwachs: 1950, 26 apud Aguilar: 1991, 5) y «cambian de figura a partir de que son emplazados en un conjunto que no es ya una conciencia personal» (Halbwachs: 1950, 34 apud Aguilar: 1991, 6). Ambos conceptos son solidarios porque la memoria individual evoca recuerdos a partir de nociones aportadas por la memoria colectiva y esta, a su vez, se nutre de las diferentes memorias personales. Más recientemente otros autores han incidido en el carácter espacial de la memoria –«El tiempo se espacializa como recuerdo. Al fijar el instante, se escenifica» (Aínsa, 2003, 35)–.
Asimismo, resultó necesario para Halbwachs diferenciar entre memoria colectiva e historia, puesto que ambos conceptos podían confundirse, en el sentido de que hacen referencia a acontecimientos diversos vividos por una colectividad en un espacio y tiempo determinados. La primera diferencia radica en el carácter de continua revisión al que la memoria colectiva se ve sometida. Frente a la historia, que constituye una serie de eventos presentados con límites claramente trazados, la memoria colectiva «retiene del pasado aquello que se encuentra vivo» (Halbwachs: 1950, 70 apud Aguilar: 1991, 9) y, en este sentido, conectado con los recuerdos presentes del grupo. En segundo lugar, la historia presenta una versión unívoca de los acontecimientos históricos. En oposición, existen múltiples memorias colectivas, incluso referidas al mismo acontecimiento, y ello depende del número de colectividades sociales que lo han vivido.
Por último, es muy necesaria la relación que establece Halbwachs entre el concepto de memoria colectiva y el espacio, ya que juega un papel fundamental porque «la memoria colectiva se apoya sobre imágenes espaciales» (Halbwachs: 1950, 136 apud Aguilar: 1991, 10), particularmente los hechos más relevantes, porque los «sucesos excepcionales, en realidad, se ubican en un contexto espacial». Los constructos espaciales (calles, casas, monumentos…) tienen una gran relevancia asentada en la perdurabilidad o estabilidad que dan a la memoria colectiva y se representan de maneras diferentes, porque existen diferentes grupos que los interpretan (Halbwachs: 1950, 166 apud Aguilar: 1991, 11).
Por su parte, los Assmann realizan una diferenciación entre dos conceptos: la memoria comunicativa, resultante del intercambio oral de las memorias individuales y, la memoria cultural. La revisión que hace Assmann del concepto anterior es que la memoria comunicativa, en tanto que oral, es informal, desorganizada, puede sufrir la omisión consciente de detalles y, como ya sugería Halbwachs, tiene una vigencia limitada por la existencia del grupo social (entre 80 y 100 años). Sin embargo, al contrario que planteaba Halbwachs, los Assman defienden que la comunicación de la memoria se objetiviza culturalmente, pero ello no crea historia, sino que permite al grupo concretar su identidad (ser consciente de su unidad y especificidad) porque está conectada con el día a día.
La memoria cultural crea, con la confrontación de las diferentes versiones, una memoria colectiva con una serie de características:
1. [identidad] permite concretar y definir la identidad del grupo (con manifestaciones que se pueden presentar en positivo somos esto o en negativo no somos esto);
2. [reconstrucción] tiene capacidad para reconstruir experiencias comunes ;
3. [formación] permite formalizar (objetivar) el significado que tiene el conocimiento compartido, que es un requisito previo a su transmisión en el patrimonio cultural institucional de una sociedad;
4. [organización] facilita el apuntalamiento institucional de la comunicación de la memoria (a través de ceremonias de comunicación y de la especialización de portadores de la memoria cultural);
5. [obligación] proporciona al grupo una autoimagen normativa con un sistema claro de valores y diferenciadores que estructura la provisión cultural de conocimientos y símbolos. El conocimiento preservado por la memoria cultural vincula de manera formativa (cumple la función de educar, civilizar y humanizar) y normativa (provee reglas de conducta);
6. [reflexividad] la memoria cultural es reflexiva porque:
1. interpreta la práctica común en reglas (proverbios, máximas, rituales, etc.);
2. se vale de sí misma para explicar, distinguir, reinterpretar, criticar, censurar, controlar, superar y aprehender;
3. refleja la autoimagen del grupo a través de una preocupación por su propio sistema social.
Por ello, la memoria cultural viene a fijar una versión colectiva a través de textos, ritos, monumentos… (1995, 129-132). La necesidad de esta fijación por parte del grupo viene dada porque «through its cultural heritage a society becomes visible to itself and to others» (a través de su herencia cultural una sociedad se hace visible a sí misma y a las otras) (1995, 133), es decir, la fijación de esta memoria colectiva contribuye a la creación de una identidad de grupo y, asimismo, a la posibilidad de presentar (y contraponer) esta identidad a otros grupos sociales.
Establecido este marco interpretativo sobre la teoría del mecanismo que permite la formalización de la memoria colectiva y las acciones que deben seguirse para su institucionalización, se hace preciso dedicar unas breves líneas a la concreción del método de investigación utilizado en el Proyecto. La selección de una metodología cualitativa y, en particular, del método biográfico-narrativo, se corresponde con la naturaleza de las fuentes de información principales. La decisión de registrar las historias de vida de las personas informantes y protagonistas hace que la organización de la documentación con base en los testimonios recopilados adquiera un sentido mayor si se comprenden en su contexto y con las pertinentes interconexiones con datos aportados por fuentes secundarias de información como datos históricos, hemeroteca, documentos extraídos de archivos públicos y privados, etc.
En este sentido seguimos los parámetros ya establecidos por Denzin (1989), Pujadas Muñoz (1992), Marinas y Santamaría (1993) y López-Barajas Zayas (1996); pero reinterpretados, matizados y adaptados a la actualidad por Sanz Hernández (2005), Bertaux (2005), Arfuch (2007), Reséndiz (2015), Cardenal (2016) y Moriña (2017).
La investigación parte de la organización de una serie de áreas temáticas de interés sobre las que el equipo ha previsto que se obtendrán datos. La selección de estos ítems responde a la experiencia de trabajos de documentación previa de las personas investigadoras. El resultado de esta primera fase arrojó un total de 22 variables que se desarrollan en las 47 subvariables listadas a continuación:
1. Represión legislativa y judicial
a. Aplicación de la LVM (1950-1970)
b. Aplicación de la LPRS y escándalo público (1970-1995)
2. Represión ejecutiva. Acción policial
3. Represión social
a. Plumofobia
b. Misoginia y patriarcado
c. Estigma
4. Marginalidad y pobreza
a. Marginalidad
b. Pobreza
5. Afectos y redes de apoyo
6. Ruralidad
7. Sexilio
a. Sexilio
b. Prosperidad social fuera de Canarias
c. Prosperidad laboral y económica fuera de Canarias
d. Autopercepción de la experiencia de sexilio
e. Personas sexiliadas dedicadas al espectáculo
8. Espacios. De la memoria colectiva
9. Acciones
a. De la memoria colectiva
b. Recuerdos de sucesos vividos directos
c. Recuerdos de sucesos vividos indirectos
d. Recuerdos de sucesos históricos
e. Implicación en los carnavales
10. Activismo
a. Relación con movimientos feministas
b. Surgimiento: razones políticas
c. Surgimiento: razones históricas
d. Experiencias individuales
e. Clandestinidad
11. Ruptura con el binarismo
12. Cuerpo
a. Intervención en el cuerpo por voluntad propia
b. Intervención en el cuerpo por voluntad ajena
13. Prácticas afectivo-sexuales
a. Públicas (cruising y prostitución)
b. Privadas
14. Crisis del SIDA
15. Representación de la disidencia sexual
a. En el arte: 1950-1975
b. En el cine: 1950-1975
c. En el teatro: 1950-1975
d. En el arte: 1976-1995
e. En el cine: 1976-1995
f. En el teatro: 1976-1995
16. Expresión de la religiosidad
17. Performatividad
a. Como expresión de libertad sexual y de género
b. Orígenes de la Gala Drag
c. Como modo de reconocimiento popular
18. Construcción del deseo
19. Condición de clase
20. Turismo
21. Imaginarios
22. Represión médico-psiquiátrica
El orden en el que se han establecido estas variables no responde a ningún criterio específico sino, simplemente, a la asignación de una codificación interna que el equipo de la investigación utiliza para organizar los datos recopilados.
La concreción variables motivó, a su vez, la necesidad de establecer preguntas de investigación que sirvieran, por un lado, para delimitar líneas específicas de acción en el desarrollo de productos de divulgación y, por otro lado, cuestiones orientativas que explicitaran vacíos de información que fuera necesario completar a partir de la consulta bibliográfica, de hemeroteca y de archivo; la entrevista directa a protagonistas, expertxs e informantes. De esta manera, se elaboraron un total de 744 preguntas de investigación, de las que fueron descartadas 63 por no adecuarse a los parámetros de la investigación. Las 680 preguntas restantes fueron organizadas en función de la variable a la que atienden y la fuente (o fuentes) documental o testimonial de la que se prevé obtener datos. De modo que se han establecido tres tipos de fuentes en ocho soportes diferentes y cuatro perfiles de persona informante.
Por lo que respecta a la obtención de datos de testimonios de personas protagonistas, testigos o expertas se seleccionó el método biográfico-narrativo y se siguieron indicaciones para el diseño de entrevistas de De Garay (1999), Llona (2012), Portelli (1991, 2018) y Valles (2014), entre otros. Así, se establecieron diferentes fases:
1. Primer contacto,
2. fase de la máscara y
3. fase de los dos sujetos por igual,
atendiendo, principalmente, al objetivo de recopilación de testimonios.
Estas fases atienden a la premisa del actor social de Bill Nichols, crítico y teórico de cine reconocido por su trabajo en torno a las teorías del documental contemporáneo, la cual es definida como “la forma en que los individuos se representan a sí mismos frente a otros”. Esto lo decidimos renombrar como máscara, en rescate al concepto de “quitarse la máscara” que desarrolló John Cassavetes para su teoría sobre el proceso actoral.
De esta manera estas fases se entienden como procesos donde ir rompiendo la “máscara” del sujeto a entrevistar para poco a poco ir aproximándonos a los espacios de verdad, donde el protagonista se siente cómodo y no construye un relato en base a lo que presuponga que queremos oír de su discurso. Esto es especialmente relevante atendiendo al tema que nos concierne dado que la población disidente del marco sexual y de género ha sido testigo de múltiples cambios en la metodología del discurso y la forma de dirigirse a ellos a lo largo de la historia. Por lo tanto es muy probable, y nos basamos en eso, de que tengan una idea preconcebida de cómo creen que buscamos que se expresen. De ahí sustraemos todo este marco de aproximación en cuya primera fase buscamos solo escuchar para conocer más las características de su discurso (si es temeroso, atrevido, extrovertido…), en la segunda buscamos romper esa barrera, esa máscara, para hallar ese discurso lo menos influenciado por el receptor posible y, por último, la segunda entrevista, la fase de los dos sujetos por igual, donde entra la noción de los cuidados ya que es donde, tras el protagonista haberse “abierto” con nosotros, debemos cuidar del que es su momento de mayor fragilidad emocional.
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