Historia de la Reserva Natural Integral de Inagua

Historia etnográfica y explotación

 

historia

 

Históricamente, la masa forestal situada en las zonas más altas de la isla de Gran Canaria ha sido explotada por el hombre con diversos fines: industria naval, ingenios azucareros, tierras de cultivo, etc., provocando una drástica deforestación. La zona comprendida por la actual Reserva Natural Integral de Ojeda, Inagua y Pajonales, logró preservarse en buena parte debido a su abrupta orografía y a las distintas figuras de protección por las que se ha visto beneficiada.

 hornos_de_tea en Inagua

A pesar de ello, ciertos aprovechamientos como la producción de carbón vegetal o la obtención de brea o "pez", produjeron una intensa deforestación en buena parte de la región central de la isla, que afecto a zonas de la Reserva. El proceso de obtención de la brea se realizaba en hornos ubicados en el mismo pinar, y consistía en quemar la tea, propia de los grandes ejemplares de pino canario, para la extracción de su resina. Es por ello que está actividad afectó especialmente a los rodales más selectos del bosque. La brea obtenida se utilizaba sobre todo para el calafateado de los barcos y con fines medicinales. Todavía hoy se pueden encontrar numerosos vestigios de esta actividad, dando nombre a algunas zonas de la Reserva como “Montaña de los Hornos”.

 Otro recurso extraído de estos montes fue la utilización de la hoja seca del pino o “pinocha”, la cual se empleó en el empaquetado de plátanos, así como para la obtención de abonos orgánicos.

Por otro lado, estas cumbres de la zona central de la isla han sido dedicadas desde los tiempos prehispánicos al pastoreo de ganado caprino. Hasta épocas recientes se practicaba en la zona una modalidad de pastoreo extensiva, en la cual el ganado permanece en estado de libertad durante la mayor parte del año, siendo capturado en ocasiones puntuales para su explotación. Actualmente este uso está en declive, si bien, permanece cierto número de cabezas de ganado en estado de asilvestramiento.

La última etapa en la evolución de los pinares, que comenzó en los años cuarenta del pasado siglo, coincide con la recuperación de la masa forestal de las medianías y cumbres, debida en primer lugar a la disminución de los aprovechamientos –al retroceso de la actividad agrícola y del pastoreo en las zonas altas de las islas, a la decadencia y desaparición de la industria naval y a la sustitución de la leña por el gas butano como combustible–, y en segundo lugar a las políticas gubernamentales de repoblación, así como al surgimiento de una normativa legal que comenzó a proteger muchos espacios naturales.

Actualmente esta zona soporta un uso muy limitado derivado del régimen de protección al que está sometida, siendo visitada por estudiosos y senderistas que transitan por la red de senderos y pistas forestales integrada en la Reserva Natural Integral de Ojeda, Inagua y Pajonales.

Historia natural - El fuego

Una característica muy importante del pino canario es su resistencia al fuego. Varios son los rasgos que le confieren esta capacidad: un gran espesor de corteza (generalmente entre 3 y 5 cm, hasta 18 cm o más en los ejemplares monumentales), semillas resistentes al fuego, yemas protegidas... Pero de entre todos ellos, el rasgo evolutivo más eficaz es la capacidad de rebrote de tronco. Pocos pinos en el mundo presentan dicha característica.

fuego_pino

La biología del pino canario está indisolublemente ligada al fuego, siendo este un elemento presente en el ciclo ecológico del mismo, de lo que resulta el carácter pirófito de la especie y su adaptación a estos episodios a lo largo de su historia evolutiva.

Desde su establecimiento en las islas el pino canario ha estado sometido a la periódica incidencia del fuego por causas naturales (rayos, erupciones volcánicas, etc.), si bien, en tiempos más recientes, las intervenciones antrópicas han incrementado la frecuencia de los incendios, y aunque  el pino canario tiene la capacidad de resistirlos y rebrotar tras ellos, al igual que algunas de las especies acompañantes características (sobre todo leguminosas, en las que la capacidad germinadora de las semillas se ve favorecida por el fuego), no cabe duda de que el ecosistema se ve afectado negativamente, pues se pierde biodiversidad y gran parte del suelo por los procesos erosivos que actúan tras la disminución de la cubierta vegetal.

La protección del espacio

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A lo largo de la historia, los pinares de Inagua, Ojeda y Pajonales lograron preservarse de actuaciones humanas intensivas que afectaran de forma drástica las condiciones naturales de esta zona del centro de la isla, debido a su abrupta orografía, y a que, ya en el S. XVIII, fueron incluidos en el Catálogo de Bienes Exceptuados de la Desamortización, lo que impidió su subasta pública.

En tiempos más recientes, los excepcionales valores naturales y paisajísticos que se encuentran dentro de este espacio natural fueron reconocidos ya en 1972, cuando se declaró el Refugio Nacional de Caza de Inagua, Ojeda y Pajonales, que luego, en 1987, pasó a ser Parque Natural. En 1994, fue reclasificado como Reserva Natural Integral de Inagua. La zona también fue declarada de Especial Protección para las Aves (ZEPA) por la Unión Europea en 1979.

La Reserva Natural Integral de Inagua fue declarada Lugar de Importancia Comunitaria (LIC) en el año 2001, con la referencia “ES0000041” y denominado “Ojeda, Inagua y Pajonales”, por la presencia de hábitats incluidos en el  Inventario de Hábitats de Interés Comunitario, destacando el Hábitat 9550 “pinares endémicos macaronésicos” del Anexo I de la Directiva 92/43/CEE.

Por último, en junio de 2005, fue declarada por la UNESCO Reserva Mundial de la Biosfera, junto con otras áreas colindantes de la isla de Gran Canaria, que en total abarcan un 40% de la superficie insular.

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