El surgimiento de un movimiento nacionalista en la década de 1960 supuso la reivindicación de una identidad relacionada con el mundo guanche o precolonial, por oposición a la cultura oficial imperante en esos momentos. De ahí surge el uso de una simbología determinada por parte de artistas como Martín Chirino o Tony Gallardo que terminará por extenderse entre la población canaria. La pintadera y la espiral como símbolos de la identidad canaria, la recuperación de prácticas en proceso de desuso, guardan relación con dichos procesos.
En el siglo XX Canarias adquiere conciencia de sí misma, desde la voluntad de auto conocimiento que activó la imaginación de los creadores canarios de vanguardia. A partir de este momento, surge una tensión entre lo internacional y lo autóctono. Mientras algunos autores siguen poniendo el acento de su obra en lo internacional, de manera que lo canario no se ve expresado en ella, otros ponen el acento fundamental en su origen isleño.
Así, surge una forma de entender el arte, denominada Regionalismo. Esta opción estética arranca del siglo XIX, apostando por una exaltación de lo tradicional y lo propio. Sus obras se desarrollan en torno al mito delas Islas Afortunadas. Esta corriente se desarrolla dentro un marco ideológico de carácter conservador, que ensalza lo bello sin criticar el sistema establecido. Sus fundamentos se hallaban ya en el Romanticismo y en el Naturalismo. Esta corriente logra afianzarse en Canarias en la primera mitad del siglo XX. Autores representativos de esta corriente son Néstor de la Torre, Nicolás Massieu, José Aguiar, Francisco Bonnín,etc.
Frente a esta opción estética, y dentro de lo autóctono, surge el Indigenismo. También realiza una reivindicación de lo canario, pero desde una perspectiva crítica, que convierte al pueblo en protagonista de la historia, quedando la naturaleza como el marco donde se desarrolla la acción. Representantes de esta corriente son pintores como Felo Monzón o Jorge Oramas y escultores como Plácido Fleitas o Eduardo Gregorio, todos ellos relacionados con la Escuela Luján.
André Bretón, poeta y patriarca del surrealismo, en conexión con Óscar Domínguez y con la iniciativa de la Revista Gaceta de Arte, viene desde París a Canarias, como símbolo de tierra mágica y subreal, para asistir,en 1935, a la primera exposición surrealista española (segunda internacional), celebrada en Santa Cruz de Tenerife. Óscar Domínguez (La Laguna, Tenerife) y Juan Ismael (Fuerteventura) fueron los principales representantes del surrealismo en Canarias, a pesar de que sus vidas transcurrieron en París y Madrid respectivamente. No pudieron sustraerse a la influencia isleña, incluida la temática. Así aparece en los cuadros de El Drago o Cueva de Guanches de Óscar Domínguez o Un pueblecito del Norte de Tenerife de Juan Ismael.
Incluso Manolo Millares, que destaca por su arte abstracto, incorpora elementos del arte aborigen y utiliza la ‘arpillera’ de forma expresionista para referirse simbólicamente a la técnica de los enterramientos guanches,con violentos desgarros y burdos costurones.
César Manrique, a pesar de su internacionalismo y universalidad, no deja de reflejar ese sello isleño, pero también hay otros, a los que es difícil apreciar alguna característica canaria en especial. Por ejemplo, Pedro González. Como otros artistas preocupados por investigar nuevas formas, se ha movido en una expresión abstracta y rupturista, en los años de la Dictadura, en busca de la innovación y de corrientes universales,como el caso del escultor Tony Gallardo, donde deja el sello de lo canario, en series como Piedras Canarias, Callaos o Magma.
Martín Chirino, integrado en el grupo El Paso, igual que Millares, desarrolla una obra que tiene significación universal, con la que es reconocido internacionalmente, al tiempo que hace permanente referencia al mundo primitivo de Canarias, no sólo con sus espirales, sino con el tipo de técnica que emplea. Martín Chirino,junto con Manuel Padorno, fueron los principales inspiradores del Manifiesto de El Hierro, en 1971, donde 70 intelectuales y artistas canarios reafirman la conciencia e identidad canaria en el arte y en la cultura.
Todas estas aportaciones se han ido arraigando a las características de las islas y sus gentes,para formar una identidad cultural rica y diversa.
La cultura es un factor de cohesión de individuos y colectividades, desde una concepción de suma, de diálogo, de dislocación de escalas. Este es un papel que sin lugar a dudas ya está jugando la cultura en Canarias. Porque la cultura es el ámbito de actuación natural donde se produce el diálogo entre las distintas realidades y expresiones culturales: entre los elementos comunes que construyen la identidad cultural de Canarias y cada una de las realidades que, con acentos distintos, la enriquecen.