Origen de la contaminación lumínica

La contaminación lumínica se origina por la emisión de luz artificial a la atmósfera, aunque sus efectos pueden amplificarse ante ciertas condiciones físicas, químicas y meteorológicas.

Sobre-iluminación nocturna: parte de la luz que proyectan las instalaciones de alumbrado público, las de publicidad, y la luz reflejada por las superficies iluminadas, se dirige innecesariamente hacia el cielo. Muchos de estos focos de luz son prescindibles. El resultado es la disminución de la oscuridad natural de la noche, que oculta progresivamente la luz de las estrellas y otros astros. El deslumbramiento también suele ocasionar daños graves sobre la biodiversidad.

El problema de la contaminación lumínica no es únicamente local. La luz se difunde por la atmósfera, y se puede dejar sentir su efecto a centenares de kilómetros desde su foco.

Factores que influyen en la contaminación lumínica:

Mar de nubes y calima: A una altura de 1.000 metros, la influencia de los vientos alisios suele provocar una acumulación de nubes en forma de estratocúmulos que se denomina mar de nubes. También el aire sahariano, que viene acompañado de calima, puede ocasionar un efecto de pantalla reflectante. Tanto las nubes como el polvo en suspensión y los contaminantes retenidos en la atmósfera absorben la luz y la difunden, aumentando la contaminación en un radio mayor al del foco de emisión.