imagen pequeño arroyo agua corriendo interior barranco piedras redondeadas con musgo vegetación y hojarasca suelo húmedo 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El agua que cae en las islas lo hace en distintas formas: lluvia, nieve, rocío, etc. Aunque en ocasiones, las cumbres de las islas de mayor relieve pueden cubrirse de nieve, la mayor precipitación se manifiesta en forma de lluvia. El archipiélago canario se sitúa por encima del trópico de Cáncer entre los 28 y 30º de latitud norte. Esta ubicación subtropical se caracteriza por una acusada aridez consecuencia de las escasas precipitaciones y las altas temperaturas. Sin embargo, las islas poseen un régimen de temperaturas y lluvias más benigno que el vecino desierto del Sáhara. La razón estriba en la influencia de los vientos alisios que soplan desde el noreste aportando masas de nubes que dejan precipitaciones a su paso. La distribución de la pluviometría no es homogénea en el archipiélago y así, las islas de mayor relieve acumulan más precipitaciones. Además, la proximidad al continente africano y por ende la influencia de los vientos saharianos, reduce significativamente la pluviometría.

 

 Tabla: Pluviometría y altitud de las Islas

ISLA ALTITUD MÁXIMA (msnm) PLUVIOMETRÍA MEDIA (mm/año)
 Lanzarote
 670  156
 Fuerteventura  807  120
 Gran Canaria  1.950  300
 Tenerife  3.718  394
 La Gomera  1.487  500
 La Palma  2.426  740
 El Hierro  1.501  400
Fuente: Consejo Insular de Aguas de cada Isla

 La distribución heterogénea de las lluvias, no sólo se aprecia entre islas, sino que dentro de cada una de ellas, pueden existir zonas con diferentes pluviometrías. La componente noreste de los vientos alisios y la orografía insular condicionan la aparición de dos vertientes claramente diferenciadas: las de barlovento, normalmente húmedas; y las de sotavento, en general más secas. Al mismo tiempo, dentro de una misma vertiente la elevación del terreno influye en la distribución de las precipitaciones, que son más escasas e irregulares en las zonas de costa y alta montaña, por encima de los 2.000 m de altitud, donde es posible la aparición de precipitaciones en forma de nieve.

El origen volcánico de las islas y la edad geológica influyen, por otra parte, en la permeabilidad del terreno. La porosidad de las rocas volcánicas varía mucho según su origen y proceso de solidificación. En las zonas en que la solidificación del magma ha sido relativamente “tranquila”, la porosidad es casi siempre inferior al 5%. Los mismos materiales sometidos a un proceso de enfriamiento más rápido, presentan valores de porosidad muy superior que, en conjunto puede ser de un 10 a un 50%. De forma general, se admite que un macizo volcánico, considerado en su conjunto, se comporta como una masa rocosa permeable. Las anomalías locales se pueden explicar por la baja permeabilidad media de los materiales volcánicos antiguos. Estas diferencias en la permeabilidad del suelo, explican la existencia de grandes presas o embalses en islas como Gran Canaria o La Gomera, mientras que en islas como Tenerife son menos frecuentes