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En su conjunto, Lanzarote fue declarada, con todos sus núcleos poblacionales, Reserva de la Biosfera por la UNESCO, el 7 de octubre de 1993.
Se trata de una isla llana –su cota máxima es de 670 metros- de origen volcánico, con extensos campos de lava y profusión de cráteres recientes en el Parque Nacional de Timanfaya. También destacan sus fondos marinos, de gran riqueza biológica.
La importante diversidad de especies endémicas, tanto de flora como de fauna (especialmente de artrópodos), unido a la singularidad de sus ecosistemas y belleza de sus paisajes, motivan que el 41,6% de la superficie insular esté al amparo de alguna categoría de la Red Canaria de Espacios Naturales Protegidos de Canarias. Así mismo, cuenta con un amplio patrimonio arqueológico vinculado a la etapa aborigen o indígena (cultura amazigh), compuesto por unos mil yacimientos.
En 1966 se creó el Consejo Reserva Biosfera (Reserva), como órgano consultivo del Cabildo para vigilar la aplicación del compromiso insular con UNESCO. Dependientes de dicho Consejo se creó un Observatorio de Sostenibilidad y Calidad de Vida (2000), y un Gabinete Científico (2002).
En materia de sostenibilidad, las actividades de la Reserva se orientan a potenciar una experiencia turística más intensa, diversa y autóctona, basada en el enoturismo, gastronomía, ornitología, senderismo, buceo, turismo náutico o cicloturismo; contando siempre con el soporte de la emblemática Red de Centros, en la que impera el estilo Arte-Naturaleza impuesto por César Manrique. Así mismo, se está desarrollando una experiencia de movilidad urbana sostenible, potenciando la movilidad alternativa de peatones y bicicletas, y un mejor transporte público.