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La isla de Fuerteventura, con 1.660 km2, es la segunda en tamaño en el ámbito de los archipiélagos de la Macaronesia.
La isla presenta una alta tasa de endemismos motivada por el aislamiento geográfico y peculiaridades de su clima semidesértico. Con respecto a la fauna sobresalen las poblaciones de hubara canaria (avutarda) y de guirre (alimoche), que son únicas en Canarias. Fuerteventura es también una importante zona de paso de aves migratorias y en cuanto a la fauna marina, se pueden observar 22 especies de cetáceos y 4 de tortugas.
Igualmente destacable es el paisaje cultural agrícola, construido en torno a las vegas y cauces de barrancos, con sistemas de gavias, nateros y cadenas, que combinan el aprovechamiento de la tierra y del agua para practicar una agricultura de conservación del suelo.
Como contribuciones de la Reserva al desarrollo sostenible destaca la creación de un observatorio de sostenibilidad y cambio global, orientado al estudio de fenómenos como los cambios paleoclimáticos y la lucha contra la desertización. En lo que se refiere al desarrollo económico, la apuesta por contener el crecimiento turístico y desarrollar políticas de sostenibilidad la ha convertido en la única Reserva miembro asociado de la red del conocimiento de la Organización Mundial del Turismo de las Naciones Unidas (UNWTO).
La Reserva también ha apostado por potenciar las tradiciones y aplicar criterios de sostenibilidad en la actividad primaria. Así, el mercado de la Biosfera, la generación de frío solar para las instalaciones de las cofradías de pescadores, y la planta de compostaje, son otras de las acciones que se están ejecutando en el camino de la isla sostenible.