A nivel mundial, el 70% de las pesquerías están en estado de sobre-explotación, debido a la enorme presión pesquera. Aunque en los últimos tiempos aparecen síntomas de recuperación en países en los que la normativa de control es rigurosa, todavía hay muchos países, mayoritariamente aquéllos más pobres, cuyos caladeros siguen sobre-explotándose por falta de recursos económicos y sistemas de control eficaces.
Las características de los fondos marinos canarios hacen que la biodiversidad marina sea especialmente sensible a las alteraciones del hábitat o de sus especies. Las aguas canarias son oceánicas y oligotróficas, con pocas densidades de especies, aunque muy diversas entre sí. Los únicos espacios que ofrecen un hábitat verdaderamente adecuado para la cría y evolución de un buen número de especies marinas son los costeros, donde se encuentran ecosistemas muy productivos como los algales propios de los fondos rocosos, y las praderas de fanerógamas marinas presentes en los fondos arenosos. Sin embargo, la escasa plataforma insular sobre la que se sustentan estos ecosistemas limita el ámbito de desarrollo de las comunidades, y convierte a las aguas canarias en espacios diversos pero muy frágiles.
En Canarias, el mar y sus especies están sometidos a una importante presión derivada principalmente de la acción directa e indirecta del ser humano. Las comunidades marinas pueden ser alteradas fácilmente ante la presencia de contaminantes químicos, residuos y sustancias en suspensión, y la alteración del perfil costero puede limitar aún más el espacio físico y tipo de sustrato adecuado para el desarrollo de las comunidades vegetales. Las afecciones que sufre el mar han de ser paliadas con medidas de protección tanto de sus especies como del hábitat, de manera que los recursos marinos, de gran importancia para el conjunto del medio ambiente y concretamente, del ser humano, puedan ser recuperados y sigan siendo disponibles en un futuro.