"Es la actividad promovida y facilitada por una empresa, en la cual las personas empleadas u otras personas cercanas a la organización tienen la oportunidad de participar como voluntarios en programas sociales destinados a apoyar a organizaciones sin fines de lucro y sus beneficiarios".
Si bien no es algo novedoso que las empresas promuevan e incentiven la participación de sus empleados y empleadas en actividades de bienestar comunitario, es una realidad desde hace varios años, se podría afirmar que el voluntariado corporativo representa un fenómeno muy particular, que ha venido para quedarse.
En el mundo entero se está estimulando el incremento de las acciones voluntarias ya que, además de traer beneficios para la comunidad, las acciones aportan ventajas a los grupos involucrados, principalmente en la gestión de las personas.
Las empresas comienzan a comprender cada vez con mayor claridad: la necesidad de que su personal pueda realizar tareas voluntarias ya que no sólo reporta beneficios a las personas destinatarias de dichas acciones y a la comunidad en general, sino que también genera un retorno altamente positivo para la propia empresa. El fortalecimiento de los valores éticos entre el personal empleado, el desarrollo de su creatividad y del trabajo en equipo, la mejora del clima laboral, la afirmación de los sentimientos de pertenencia hacia la compañía, y un retorno significativo a nivel de la imagen -tanto interna como pública- se inscriben entre esas ganancias.
Por otra parte, la adopción de programas de este tipo supone una instancia superadora de la clásica visión -muy arraigada en los países latinoamericanos- a partir de la cual las empresas sólo conciben la posibilidad de donar dinero en efectivo o los productos que fabrican para responder a las demandas de la sociedad.
Muchas ya han comprendido que pueden colaborar poniendo a disposición sus recursos humanos, quizás uno de sus capitales más valiosos. Así, la donación de horas de trabajo de su personal representa una fuerte señal del empresariado a favor del desarrollo de una cultura de Responsabilidad Social Empresaria. El voluntariado empresarial supone esencialmente que las firmas aporten al bienestar social con las mismas herramientas y competencias que manejan a diario en la gestión de sus negocios.
Al consultar sobre el tema a Fernando Esnaola, asesor de fundaciones corporativas, éste opina que el vocablo voluntariado corporativo debe implicar un modo de hacer acorde a la organización que lo genera: Por el hecho de ser asumida por una empresa, la acción debiera diferenciarse de la que podría realizar, por caso, un grupo juvenil parroquial o el alumnado de un colegio. Es verdad que la base solidaria es la misma; lo que difiere es el valor que puede aportar los profesionales con su saber y capacidad.
Así, hablar de voluntariado "corporativo" presupone que el aporte personal del empleado y la empleada esté mediado por una gestión profesional, lo que implicaría:
Las empresas no deben reinventar la rueda a la hora de aplicar estos programas sino -en cambio- aprovechar sus capacidades instaladas para optimizar esas acciones voluntarias, maximizando con ello la creación de valor social.
Si se tiene en cuenta que las empresas pueden movilizar a otras u otros intervinientes (personas o empresas proveedoras, clientes, empresas asociadas o del mismo grupo), generar acciones conjuntas, valerse de todo sus conocimientos y capacidad de innovación para encontrar soluciones viables a los problemas de quienes asiste, el abanico de posibilidades que se abre a partir del voluntariado corporativo es infinito.
Por todo lo antes dicho, el fomento de estas iniciativas se presenta como una opción estratégica al ofrecer una serie de beneficios -directos e indirectos- para la compañía, su personal, las organizaciones receptoras de la acción y la comunidad. Queda entonces en manos de las personas responsables de las empresas la posibilidad de promover programas de este tipo, involucrando a sus equipos de trabajo en actividades comunitarias tendientes al bien común.
Tal como expresa Bernardo Kliskberg, Director de la Iniciativa Interamericana de Capital Social, Ética y Desarrollo del BID, en su artículo El impacto del voluntariado: Es preciso actuar ya...Es hora de valorizar, apoyar de todas las maneras y poner en práctica este capital ético que puede ser un pilar para un desarrollo pujante y equitativo.