Lydia Domínguez Tejera - Aires del Apartadero, productora de frambuesas y moras en Fasnia (Tenerife)
Lydia Domínguez no duda en responder con las palabras que abren esta pequeña entrevista cuando le preguntamos acerca del nombre con el que ha querido titular a su empresa. Su peculiar aventura comenzó hace solo unos años y se consolidó al tramitar la ayuda que la Consejería de Agricultura, Ganadería y Pesca ofreció para la incorporación de jóvenes al sector mediante la creación de su propia empresa. Nos dice que desde pequeña sintió interés por el mundo agrario y que por eso valora “el ambiente de libertad y de contacto con la naturaleza en que se desarrolla, la cultura que atesora y el papel tan importante que desempeña en la sociedad como pilar básico que es para la alimentación, aunque desgraciadamente esa contribución pase muchas veces desapercibida y no se valore en la media que merece.”
- ¿Cómo te iniciaste en la actividad agraria?
“Ha sido un proceso, que aún está en su primera fase, que tiene mucho de intuición y de afecto a la naturaleza. Nací en Tegueste y no procedo de una familia netamente agraria, si bien mi padre ha estado y está vinculado al mundo del vino, contando con su propia bodega. Mi madre es de Fasnia, y disponemos allí de unas fincas, que estaban casi en su totalidad abandonadas. Así que tras cursar la enseñanza en mi municipio y luego el bachillerato en Tejina decidí estudiar enología y me fuí para ello a La Rioja”.
- Y un día decide dejar la vid y se interesa por los frutos rojos. ¿Qué la llevo a tomar esa decisión?
“Fue porque no me veía el resto de mis días sujeta a un horario y en un espacio limitado. Quiero que mi vida discurra por otros derroteros y experimentar para crear algo diferente. Basta con observar lo mucho que tenemos que importar y ver la cantidad enorme de terrenos que están abandonados, pidiendo que alguien los ponga en valor. No fue una decisión que llegó de improviso. Lo estuve mediando durante mucho tiempo, valorando pros y contras, y asumiendo el riesgo que toda apuesta conlleva. Así fue como me decidí por cultivar frutos rojos y comencé por el arándano. Contaba con que mi madre tiene en Fasnia algunas fincas, entre ellas la que me ha dejado para establecerme, que tiene unos 4.000 m², y fue en ese espacio donde inicié la experiencia. Comencé con el arándano, que no se adaptó, y de inmediato empece con la frambuesa y las moras”.
-Valentía no le falta
“Pues eso me dicen. Mira, y creo que cuando se tiene una idea hay que dar respuesta, asumiendo el reto y pronto tienes que avanzar con paso firme, añadiendo a la mochila unas dosis de riesgo; de no ser así al primer tropiezo abandonas. Por eso decidí cultivar frambuesa y moras. He comenzado con unas 1000 plantas de frambuesa y 300 de mora, que he establecido en líneas, siguiendo un sistema de entutorado. El cultivo comparte espacio con una plantación un tanto dispersa de damascos que ya existía allí y que estoy recuperando. Las frambuesas que se comercializan en Canarias suelen llegar de Península, sobre todo de Huelva, donde se cultivan más de 3000 ha. Para poder cubrir la distancia y que la fruta no se estropee hacen allí una recolección antes de que el fruto alcance su grado óptimo y eso le resta cualidades. La que cosechamos en Fasnia se recolecta y envía al mercado en el mismo día. En unas horas el producto está a disposición del consumidor así que la diferencia entre una y otra es como de la noche al día. La nuestra es una golosina; la que viene de fuera es un quiero y no puedo”.
-¿Lo comercializa directamente?
“En estos dos años de cultivo he ido aprendiendo mucho del comportamiento de las plantas. Soy muy observadora y paso a paso he ido mejorando los resultados mediante el manejo en el riego, entutorado, etc. Ahora las plantas evolucionan con salud y crecen de un día a otro y los rendimientos comienzan a ser importantes. Creo que esta primera fase me ha permitido avanzar y adquirir la experiencia que deseo desarrollar ampliando la plantación y avanzando a mayores retos en el mercado, al que acudo directamente, contando con una red de clientes, en su mayor parte tiendas de dietética y productos ecológicos. No utilizo pesticidas y he suprimido desde el primer momento el uso de plásticos. La fruta la comercializo en bandejas biodegradables y las cintas que utilizo para el entutorado son de un material que igualmente se descompone. No eludo la responsabilidad que tengo con el planeta, con la huella que dejamos en el medio ambiente, y por eso apuesto por un cultivo ecológico”.
- ¿Crece la demanda?
“Mucho, y lo observo de un día a otro pues no cesan de llegarme nuevos pedidos. El caso es que no puedo atenderlos a todos y por el momento me me veo obligada a dar respuesta a los que me han apoyado desde el inicio. Tengo solicitud de compras desde Gran Canaria, La Palma, Lanzarote... Quizá pueda atender en breve a alguno más pero creo que esa demanda también la pueden ir cubriendo otros productores. Ahora estoy experimentando con la fruta de destrío para la producción de deshidratados y galletas rellenas con mermelada de frambuesa y de mora. Contemplo igualmente otra línea de producción que es la de los chutney, confituras agridulces, que en Canarias tienen una gran demanda en las tiendas de alimentación y no se pueden cubrir por el momento con al producción local. He ido haciendo ensayos y creo estoy en condiciones de incorporar esa línea en la oferta, lo que significaría abrir vía de apoyo para los agricultores de la zona pues contando con esa salida podrían procesar parte de la oferta hortofrutícola que tienen y que no encuentra salida, bien por no tener nicho puntual en el mercado o por su calidad, que siendo óptima, no resulte atractiva ante los consumidores que se suelen llevar casi siempre por la apariencia.”
- Recientemente le han distingudido entre las mujeres innovadoras del mundo rural español. ¿Cómo lo ha recibido?
“Con satisfacción y agradecimiento. Es un honor muy grande ver que lo que estoy haciendo aquí, en una pequeña finca de Fasnia, ha merecido a nivel de todo el Estado el Premio a la Innovación en la Actividad Agraria, y saber a un tiempo que en esa misma categoría hay otras canarias, las promotoras de A3Ceres Asesoría Agroalimentaria, que están haciendo un gran trabajo con la moringa. En Madrid pude compartir experiencias con las otras once premiadas y creo que todas nos enriquecimos de las aportaciones que dimos, de manera que volvemos con más ilusión y confianza en nosotras mismas para seguir adelante”.
- ¿Hacia donde irá en el futuro Aires del Apartadero?
“El tiempo será el que lo decida. Por el momento avanzamos sin prisas y sin dejarnos impresionar por los reconocimientos. Quiero seguir respirando el latido de la vida en el campo, en el medio natural, lejos de la ciudad, y recomiendo a todos que, en la medida de sus posibilidades, también lo hagan. Comprobaran las ventajas que supone desconectar de las prisas y de las exigencia que impone la vida actual. Los jóvenes, en especial las mujeres, tenemos mucho que aportar para hacer de esta tierra un lugar de convivencia en salud y bienestar”.