Ana María Vega Gil, ganadera de Santa María de Guía
Cada mañana recorría los cinco kilómetros que marcaban la distancia hasta su escuela en Fagajesto (Gáldar). Demetrio Suárez, que luego fue alcalde de Gáldar y consejero de Agricultura, Ganadería y Pesca del Cabildo de Gran Canaria, su maestro, le saludaba junto al medio centenar de niños y niñas de la zona, que se formaban en el centro. Mari había nacido en el Cortijo de Pavón, donde reside en la actualidad con su esposo José de la Cruz. Allí y en el tránsito de Norte a Sur que cada año hacen por la Isla han criado a sus tres hijos: José Francisco, Joana y María Belén.
Mis padres se dedicaron a criar el ganado y hacer quesos. Mis primeros recuerdos están andando entre ovejas y acompañando a mi madre para ordeñar y darle vuelta a la cuajada. Íbamos de un lado para otro, recorriendo la isla, como ahora. Pero antes eramos más los que nos dedicábamos a esto.
¿Qué fue aquellos compañeros de colegio con los que compartió juegos, travesuras…?
Sé de algunos y de otros muy poco; la vida nos va distanciado. Contados con una sola mano son los que se ha situado por aquí; las medianías se han quedado sin gente, sólo se ve a alguna persona mayor y hay muchas tierras y casas abandonadas. Es que la trashumancia impone bastantes obligaciones y tiene que gustarte esto para no dejarlo; lo que nace es ir a buscar otra ocupación. Yo tuve la suerte de que mi esposo es también de familia ganadera; por eso los dos entendemos los sacrificios que esto tiene.
¿En su caso, el ser mujer, añade alguna condición?
Siempre hay diferencias; por mucho que avancemos en igualarnos hay asuntos que nos tocan y otros que no. Yo he tenido muchas veces que dejar las cosas de la casa tiradas, o el trabajo del queso a medio hacer, y andar con el biberón a toda prisa para dar de comer a los chicos, para ponerme a hacer el queso... Son cosas que haces sin pensarlo dos veces, como si te moviera un resorte, como un reflejo. En esos momentos no te das cuenta de lo que haces, es por instinto, y sólo reparas cuando te paras a pensar, como ahora...
¿Manos femeninas para hacer el queso?
Las mujeres tenemos más paciencia, y le ponemos mucha más delicadeza a lo que hacemos. Eso es una ventaja pero también nos condiciona. El nuestro es un trabajo duro, que lleva tiempo. Hacemos el queso con leche cruda, siguiendo el procedimiento natural. Estemos donde nos toque nos ponemos a elaborarlo, con todo el cuidado. Cada día se ponen más exigencias y lo comprendo. Nosotros hacemos el queso de oveja, no el de flor, y utilizamos el cuajo natural pautado en la Denominación de Origen, y no como antes que recurríamos al del estómago de los corderos.
¿Mucha demanda?
No nos podemos quejar. Tenemos 500 ovejas y vendemos cada año todo el queso. Mi hija la mayor es la que se encarga de atender a los clientes. Ella sacó el carnet y tiene un furgoncito con el que recorre la Isla. También hay quien lo viene a buscar a la granja; muchos nos conocen de las ferias a las que acudimos todos los años. Antes era más difícil colocar el queso pues caíamos en manos de los mayoristas que eran quienes ponían el precio. No todos eran honrados; había mucho espabilado y cometían abusos.
No han escaseado los premios...
Estamos muy contentos con lo que nos han dado: Agrocanarias, en las ferias y concursos a las que vamos, con el reconocimiento que nos ha hecho el ayuntamiento de Santa María de Guía y con tantos otros. Eso nos anima a seguir y ayuda a situar bien los quesos en el mercado.
¿Buen año de pastos?
Este año está siendo muy bueno pues ha llovido espaciado. Llevamos cuatro meses en Majada Alta, cerca de la Presa de Las Niñas. Da gusto ver como las ovejas disfrutan con la hierba verde y tierna; desde que se pone seca dejan de producir. Con estas hierbas la leche sale más espesa, más concentrada. Eso se nota luego en la calidad de los quesos.
¿Habrá queso del Caserío de Pavón para rato?
Pues creo que sí, porque lo llevamos en la sangre. Mi hija mayor estudió peluquería y se sacó su carnet; le gusta mucho la vida que hacemos. Está casada y tiene un hijo. El varón hizo hasta segundo de bup y también está a gusto con esta actividad; con su esposa y otro nieto que me han dado. La tercera tiene 18 años, va bien con los estudios y me gustaría que no los dejara, para que pueda ver si le nace dedicarse a otras cosas. Yo pude seguir estudiando luego con radio Ecca y creo que tanto la mujer como el hombre tenemos que espabilar y no quedarnos con las cuatro reglas, esperando que otros resuelvan nuestros problemas. La vida de hoy exige estar al día; cuanto más sabes más te das cuenta lo que te queda por aprender.