Barranco de Tinojay
Isla: Fuerteventura
Municipio:
La Oliva
Categoria: Zona Arqueológica
Declaración: Declarado por Ministerio de la Ley. Delimitado por Decreto 137/2006, de 13 de octubre
El Barranco de Tinojay, situado en el término municipal de La Oliva, se inicia con el nombre de Barranco de Vallebrón en la ladera N. E. de Montaña de La Muda, discurriendo por el Valle de Vallebrón hasta llegar a la altura del pueblo de La Caldereta. En este punto, situado al norte de La Calderetilla, se une al Barranco del Llano del Palo. Desde ahí hasta su desembocadura en Boca del Barranco de Tinojay o en Playa de los Valdivias, recibe el nombre de Barranco de Tinojay. Es desde el tramo situado entre Rosa del Alto hasta la Rosa de Tinojay donde se localizan las estaciones de grabados, constituidas según los investigadores, por numerosos grabados naviformes, reticulados y un podomorfo, destacando, según el autor J. M. Amezcua (560:1995), unas 66 inscripciones por estar en mejores condiciones que el resto.
Los grabados están realizados sobre bloques basálticos y rocas sueltas, localizados la mayoría en la margen izquierda del Barranco, siendo más escasos en su margen derecha, probablemente porque en esta parte los líquenes impiden visualizarlos con claridad. A este deterioro natural se le une el producido por la acción humana al efectuarse algunas de estas inscripciones, sobre otras más antiguas destruyendo, en algunos casos los trazos de grabados anteriores.
Atendiendo a su concentración y distribución espacial en el territorio, los grabados rupestres del Barranco de Tinojay se han dividido en tres estaciones (ver anexo II).
El principal motivo grabado a lo largo del Barranco de Tinojay es la representación de barcos. La extraordinaria singularidad de las naves, debido tanto a la cantidad como variedad de las características representadas, convierten a los grabados naviformes del Barranco de Tinojay, en un referente cultural para la historia de Canarias en general y de Fuerteventura en particular. En Tinojay se pueden observar, a través de las naves grabadas en las rocas, las diferentes culturas que surcaron con sus barcos el Atlántico navegando por distintos motivos alrededor de la isla.
Según J. M. Amezcua (561-568; 1995) en el Barranco de Tinojay están representadas naves procedentes de diversos pueblos de la antigüedad como pueden ser barcos egipcios, cretenses, griegos, fenicios, púnicos, galeras romanas, cocas nórdicas o mediterráneas, carabelas y carracas, galeones, jabeques berberiscos, balandras y faluchos.
Estos grabados son considerados por algunos investigadores como un museo naval en piedra, ya que en el Barranco se aprecia la evolución de la navegación a través del tiempo, tanto de la de remo como a vela. Siguiendo a J.M. Amezcua, se localizan naves con remos de bogar, remos de gobernalle, velas cuadradas, trapezoidales, triangulares, cofas, espolones, palos mayores, mesanas, trinquetes, etc.
Algunas de estas manifestaciones rupestres son estimadas por los investigadores como coetáneas a la época aborigen, al menos desde las primeras expediciones a las Islas Canarias de barcos europeos en busca de esclavos, orchillas, etc., entre un período cronológico que abarca entre fines del siglo XIII y fines del siglo XV. Estos posibles contactos de los aborígenes con las poblaciones europeas y las posibilidades de comercio que abrían los barcos, pero también, la amenaza que imponían las razzias esclavistas, serian fenómenos que debemos sopesar si afectaron suficientemente como para inducirles a realizar en ocasiones estas representaciones, sin embargo, carecemos de cualquier dato para establecer una relación de causa-efecto entre los mismos (Gabriel Escribano Cobo, Alfredo Mederos Martín, Domingo Chinea. 45; 1997).
A partir del siglo XVI, y ya en época histórica para la isla, existió una progresiva renovación entre los tipos de barcos que más frecuentemente visitaban nuestras costas. Para esta época, los investigadores han apuntado varias hipótesis que podrían explicar la presencia de estos grabados relacionándolo con el tráfico marítimo en la zona como la posibilidad de aguadas en caletas, el aprovisionamiento marítimo en períodos de malas cosechas, el transporte de población a las islas, la emigración como símbolo de la esperanza de una vida mejor o la amenaza de ataques piráticos.