Antiguo Convento Franciscano de Nuestra Señora de los Ángeles y bienes muebles vinculados
Isla: Tenerife
Municipio:
Garachico
Categoria: Monumento
Declaración: Decreto 81/2014, de 10 de julio
Este gran complejo conventual, situado en el centro neurálgico de Garachico y rodeado de algunos de los inmuebles civiles más representativos del casco urbano -La Casa de los Marqueses de Adeje y la Quinta Roja-, tiene sus orígenes en fecha temprana, debido a la cesión por parte de Cristóbal de Ponte a la orden franciscana de unos terrenos de su propiedad donde se levantaba una ermita consagrada a Nuestra Señora de los Ángeles. Su organización responde a los esquemas propios de la arquitectura conventual de las islas, elevándose sobre un alto podio al que se accede por medio de una escalinata.
En 1524 Cristóbal de Ponte decide fundar un convento de la orden franciscana -el tercero en la isla-, existiendo originalmente en dicho lugar una ermita de Nuestra Señora de los Ángeles, de 1502, levantada por él mismo, aunque no están claras las circunstancias que rodean a las características y devenir de este inmueble. Lo patrocina (con el fin de utilizarlo como panteón familiar), lo financia, cede la tierra y el agua para su construcción, siendo uno de los conventos más grandes de Canarias y el más antiguo de los cinco conventos de Garachico.
No obstante, el convento comenzó como una obra relativamente modesta. Cristóbal de Ponte facilitó a los frailes las ropas, alhajas y los vasos sagrados para el culto. Su hijo Pedro de Ponte se encargó de concluir la obra gastando importantes sumas de dinero en el remate de la capilla mayor y en el retablo.
Finalizada la obra, las principales familias de esta emergente localidad comenzaron a dotar a la iglesia con sus respectivas capillas. Tanto que la iglesia, de una sola nave, resultó insuficiente para albergarlas y algunas terminaron por ubicarse junto al claustro. En el siglo XVII había alcanzado sus dimensiones actuales y en él trabajó Diego Penedo, que ejecutó la portada de conexión entre ambos claustros.
El convento se vio afectado por la erupción de 1706. El barrio de los Morales, del que lo separaba una estrecha calle, fue enteramente sepultado por la lava. Las coladas afectaron a una parte del convento y a la iglesia. El resto, como se puede imaginar, fue pasto de las llamas.
Tanto los retablos como el monumento funerario de mármol que representaba al fundador y a su esposa desaparecieron con el incendio. También se malograron la mayor parte de las obras pictóricas. Las imágenes, sin embargo, pudieron ser rescatadas.
El edificio fue reconstruido con relativa celeridad. Se aprovecharon restos, tramos de pared y cantería de la fábrica anterior. En el plano de la ciudad levantado por el ingeniero militar Antonio Riviere (1741) ya aparece con su configuración actual de doble claustro e iglesia adosada hacia el costado norte.
Con la desamortización, el convento fue cedido al Ayuntamiento en 1822, acogiendo las Casas Consistoriales, la cárcel pública y una escuela de Instrucción Primaria, entrando en una fase de deterioro considerable. En 1980 se restaura y se convierte en Casa de la Cultura. Posteriormente, se implantó en el edificio, con escaso éxito, un Museo de Ciencias Naturales, ya en desuso. Alguna de sus salas se utiliza en la actualidad para albergar exposiciones temporales. La biblioteca, incluida por el Cabildo en el Plan Insular de Bibliotecas, se ha realojado en una sala de mayores dimensiones dentro del propio recinto. En otra dependencia contigua, en la planta alta, tiene su sede el Archivo Municipal. Una de las salas de la galería baja, igualmente amplia, es utilizada como sala de conferencias y proyecciones ocasionales.
El sector conventual se organiza en torno a dos claustros adosados (lo que indica la categoría del complejo), delimitados por galerías altas abiertas y cubiertas con faldones de teja a una sola agua, en cuyos vértices se localizan gárgolas zoomórficas en madera. En el primero de los claustros y en su planta baja se encontraba la sala capitular, el refectorio (comedor), la cocina y las capillas levantadas por familias nobles, cofradías y hermandades, que servían de lugar de enterramiento para sus miembros o de lugar de descanso en las procesiones celebradas en los claustros. En fechas posteriores a la desamortización, estas dependencias tuvieron otros usos: escuela, cuartel, cárcel.
En el segundo piso se encontraban los dormitorios comunes, las celdas individuales y la biblioteca. Ambos claustros se comunican por un arco de medio punto en cantería.
Uno de los lados del claustro norte estaba comunicado con la iglesia por un arco de medio punto -la "puerta de gracias"-, que fue tapiado con la desamortización, pasando el convento a propiedad municipal. La fachada principal -y es frecuente en la mayoría de los conventos- forma un ángulo recto con la iglesia, entrándose por la portería, que daba a este claustro norte. La escalera principal -de ida y vuelta- realizada en piedra basáltica y ubicada en un vértice del claustro sur, muestra las huellas del paso del tiempo, estando la caja de la escalera cubierta por un magnífico artesonado ochavado con pinjante.
El convento fue restaurado tras la erupción del volcán, recuperando los claustros de madera de tea alrededor de 2 patios gemelos y otro mayor destinado a huerta. La carpintería muestra un depurado trabajo de gárgolas, columnas y canes. En los claustros, la galería alta está sostenida por "pies derechos" de madera con zapatas del mismo material.
La fachada correspondiente al Ayuntamiento muestra influencias neoclásicas, habiendo sido profundamente reformado en su interior. La espadaña abalconada, del alarife, Luis Morales, fue construida en 1611.
La iglesia tiene planta de cruz latina y una sola nave, con dos capillas laterales. La capilla mayor está cubierta por un artesonado mudéjar ochavado de lacería en todos los faldones. La nave por una cubierta en madera en forma de artesa con 4 faldones. A modo de capilla lateral pero de extraordinario desarrollo -casi una segunda nave-, la capilla de la Vera Cruz fue construida a principios del siglo XVII por la cofradía homónima y acoge numerosas imágenes pertenecientes a la célebre escuela de Andújar.
La fachada, muy sobria, está realzada por sendas portadas -una correspondiente a la nave y otra a la capilla de la Vera Cruz-, con arco de medio punto en cantería, coronada por un frontón manierista partido. Ambas fueron diseñadas en el siglo XVII por autor anónimo.