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BOC Nº 042. Lunes 3 de Marzo de 2003 - 958

IV. ANUNCIOS - Administración Local - Cabildo Insular de Gran Canaria

958 - ANUNCIO por el que se hace público el Decreto de 7 de febrero de 2003, que incoa expediente para la declaración de Bien de Interés Cultural, con la categoría de Zona Arqueológica, a favor de Cuevas del Palomar, en el término municipal de Ingenio.

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Visto el informe del Servicio de Patrimonio Histórico proponiendo que se incoe expediente de declaración como Bien de Interés Cultural a favor de Cuevas del Palomar, con categoría de Zona Arqueológica, en el municipio de Ingenio.

Resultando que el conjunto arqueológico de las cuevas de El Palomar se localiza en el término municipal de Ingenio, de forma preferente en la margen izquierda del barranco del Tabuco, en el curso medio, entre unos 325-350 m de altitud sobre el nivel del mar. Su acceso se realiza por la vía que lleva a La Berlanga desde la C-816.

El conjunto está integrado por diversas cuevas de habitación y un granero en el que pueden distinguirse tres agrupaciones principales:

Zona A integrada por un conjunto de cuevas y silos excavados en la roca, vinculado con un gran espacio de almacén o granero.

Zona B correspondiente a unas seis cuevas, naturales y artificiales, relacionadas con espacios de habitación, profusamente reformadas y reutilizadas hasta la actualidad.

Zona C, ubicada en la margen derecha del barranco, frente al granero. Está conformada por dos cavidades, una artificial y otra natural, que igualmente debieron servir como lugar de habitación, y como ocurre con la Zona B están reutilizadas hasta fecha muy reciente.

En cuanto a la significación arqueológica de este conjunto, se trata de un enclave de naturaleza habitacional en el que se incluye un destacado espacio para almacenar diverso productos y enseres fundamentales para la existencia de la comunidad. Aunque en la actualidad se halla desligado de su entorno histórico, originariamente debió funcionar estrechamente ligado a los importantes y numerosos yacimientos arqueológicos que se disponen en los alrededores, y cuya consideración deviene indispensable para comprender el verdadero alcance de las cuevas de las Palomas, aportando un criterio fiable para entender la notable dimensión del poblamiento prehispánico en esta zona.

Considerando que el artículo 17 de la Ley 4/1999, de 15 de marzo, del Patrimonio Histórico de Canarias, determina que se declararán bienes de interés cultural del patrimonio histórico canario aquellos bienes que ostenten notorios valores históricos, arquitectónicos, artísticos, arqueológicos, etnográficos o paleontológicos o que constituyan testimonios singulares de la cultura canaria.

Considerando que el artículo 18.1 de la mencionada Ley de Patrimonio Histórico de Canarias dispone que se considera Zona Arqueológica el lugar o paraje natural donde existen bienes muebles o inmuebles representativos de antiguas culturas.

Considerando que este Cabildo Insular de Gran Canaria, es competente para incoar y tramitar este expediente en virtud de lo dispuesto en el artículo 19.1 de la citada Ley 4/1999, del Patrimonio Histórico de Canarias.

Considerando que esta Consejera-Delegada de Cultura es competente para acordar la incoación del procedimiento de declaración de Bien de Interés Cultural, de conformidad con la delegación de facultades efectuada mediante Decreto de la Ilma. Sra. Presidenta de este Cabildo Insular de fecha 4 de enero de 2000 (Boletín Oficial de la Provincia de 11 de febrero de 2000),

D I S P O N G O:

Primero.- Incoar expediente de declaración como Bien de Interés Cultural, a favor de "Cuevas de El Palomar", con la categoría de Zona Arqueológica, en el término municipal de Ingenio, con la descripción y delimitación que figura en los anexos I y II de este Decreto.

Segundo.- Hacer saber al Ayuntamiento de Ingenio que, según dispone el artículo 20 de la Ley 4/1999, de 15 de marzo, del Patrimonio Histórico de Canarias, deberán suspender el procedimiento de otorgamiento de licencias municipales e intervención en los inmuebles y sus entornos, así como los efectos de las ya otorgadas.

Tercero.- Comunicar esta incoación, al Registro Canario de Bienes de Interés Cultural, a efectos de su anotación preventiva.

Cuarto.- Notificar el presente Decreto a los interesados.

Dado por la Ilma. Sra. Consejera Delegada de Cultura en Las Palmas de Gran Canaria, a 7 de febrero de 2003.- El Secretario General, p.d., la Oficial Mayor (Resolución de 9.3.01), Mercedes Romaní Martínez.- La Presidenta, p.d., la Consejera-Delegada de Cultura (Decreto de 4.1.00), Inés Jiménez Martín.

A N E X O I

La Zona Arqueológica de las Cuevas del Palomar constituye un enclave habitacional y, sobre todo, de almacenamiento alimentario de los antiguos habitantes de la isla antes de la Conquista europea. Está integrado por diversas cuevas de habitación y un granero en el que pueden distinguirse tres agrupaciones principales:

Zona A integrada por un conjunto de cuevas y silos excavados en la roca, vinculado con un gran espacio de almacén o granero. El granero está organizado en tres niveles horizontales, entre los que se disponen pasos y accesos labrados en la roca que permiten la comunicación entre ellos. Se conservan en buen estado una veintena de silos, muchos de los cuales presentan los rebajes tallados en la toba para facilitar su cierre, además de restos de argamasa, e incluso evidencias de pintura de tonalidad rojiza.

Zona B correspondiente a unas seis cuevas, naturales y artificiales, relacionadas con espacios de habitación, profusamente reformadas y reutilizadas hasta la actualidad. Unos grandes desprendimientos han afectado a este grupo de cuevas.

Zona C, ubicada en la margen derecha del barranco, frente al granero. Está conformada por dos cavidades, una artificial y otra natural, que igualmente debieron servir como lugar de habitación, y como ocurre con la Zona B están reutilizadas hasta fecha muy reciente.

Además de estos elementos, cabe destacar un corral de tendencia circular en la parte alta del granero que queda dentro del entorno de protección de la Zona Arqueológica.

Por lo que se refiere a las cuevas de habitación se disponen en la base y pared de un gran arco natural que se forma en este punto de la ladera del barranco, orientándose hacia el S-SE. De este grupo varias de las cavidades se han abierto artificialmente mediante la excavación del afloramiento piroclástico, intercalándose con otras de origen natural que también se aprovechan para esta función habitacional.

A grandes rasgos el conjunto presenta evidencias muy claras de su reutilización pastoril hasta nuestros días, y así se aprecia con total nitidez en los muros que cierran parte de las bocas de las cuevas, si bien es muy probable que algunas de estas estructuras se alcen sobre los restos de construcciones de origen prehispánico o por ejemplo en las huellas de los picos metálicos, empleados para retocar el interior de las cavidades naturales, ampliándolas, y que han quedado grabadas en las paredes de éstas. De hecho este uso agro-pastoril cesó en el año 1988 a raíz de los desprendimientos que destruyeron parcialmente el conjunto, sepultando dos de las cuevas naturales y una artificial de reducidas dimensiones, colocada en una cota superior a la que se accedía mediante unos pasos labrados en la roca. Además delante de las cuevas se dispone un muro de piedra seca que actuando como contenedor, crea una plataforma externa a modo de patio, y aunque de su factura se deriva una cronología de época histórica, probablemente esté aprovechando una estructura previa de filiación aborigen.

Dentro de este grupo destaca la cueva emplazada en el extremo oeste, de tipología compuesta excavada artificialmente en la toba. Se trata de una estancia de dos cámaras, de planta cuadrangular, con sendas entradas independientes e intercomunicadas por dentro.

Por su parte el espacio designado como granero constituye uno de los ejemplos más relevantes de la isla, en cuanto a yacimientos de esta tipología. Al igual que en el caso anterior y como se conoce para otros graneros de Gran Canaria, éste se emplaza en un arco natural de la ladera en el que se labran las cavidades, en las que a su vez se excavarán los silos o contenedores. Dicho arco se encuentra limitado en sus extremos por sendas cuevas artificiales, alejadas del grupo central, y fundamentales en cuanto a la función de almacén.

El granero está organizado en tres niveles horizontales, entre los que se disponen pasos y accesos labrados en la roca que permiten la comunicación entre ellos. En términos generales una veintena de silos están bien conservados, muchos de los cuales presentan los rebajes tallados en la toba para facilitar su cierre, además de restos de argamasa, e incluso evidencias de pintura de tonalidad rojiza, probablemente almagre, coincidiendo con las zonas donde se cierran los silos. No obstante, otros muchos han desaparecido o están muy alterados por los desprendimientos por lo que resulta muy difícil precisar su número exacto.

En el granero sólo se han conservado materiales arqueológicos en el sedimento que aparece rellenando los silos, mientras que fuera de éstos el contenido arqueológico parece haber desaparecido.

Finalmente, la denominada Zona C hace referencia a un pequeño conjunto de dos cuevas, frente al granero, que aunque también se hallan reutilizadas como redil, por su morfología y emplazamiento sin duda hay que incluirlas dentro de este conjunto.

En este sentido la reutilización en época histórica, esencialmente de las Zonas A y C, relacionada con las actividades agropecuarias que han definido el medio rural insular hasta hace pocos años entraña un importante valor etnográfico que revaloriza aún más si cabe el interés de este yacimiento. Con este carácter etnográfico ha de añadirse otros elementos como el cercano corral de piedras seca, de planta circular, que se localiza ya en la lomada, justo encima del yacimiento arqueológico, así como unas pequeñas chozas unas decenas de metros hacia el NW del referido corral. De más difícil interpretación son algunos bloques aislados en esta última zona, que presentan grabados geométricos rectilíneos de surco grueso. En el estado actual del conocimiento se suelen asociar a huellas de uso, por lo general marcas dejadas por el arado en las tareas de roturación del terreno. No obstante, en la zona de Caserones, en el Barranco de Fataga, abundan este tipo de manifestaciones y queda claro que tiene un origen distinto y, por ahora, desconocido. Dentro de los bienes de interés etnográfico del entorno del yacimiento, aunque algo retirado del mismo, cabe destacar un camino empedrado que atraviesa la llanura que existe en la parte superior (hacia el noroeste) del granero.

Ver anexos - páginas 3392-3394

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